Pastoral

La evangelización de los niños, niñas y jóvenes es un desafío para toda la Iglesia y para nosotros como institución educativa católica. No puede considerarse sólo como una “cosa de los jóvenes”. Toda ella se compromete para que, con su apoyo y orientación, los estudiantes puedan crecer y desarrollarse como personas; puedan conocer a Jesús, aceptarlo, seguirlo e integrarse en la comunidad eclesial y puedan ser promotores y gestores de un profundo y verdadero camino de evangelización.

San Juan Pablo II nos recordaba que, si la Iglesia quiere tener y ser respuesta a las profundas esperanzas de este complejo mundo, debe constituirse en “casa y escuela de la comunión”, insistiendo en que se debe promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todo ámbito donde se forma el hombre y cristiano. 

En tal sentido la escuela católica no puede quedar exenta ni hacer oídos sordos a los nuevos signos de los tiempos, promoviendo su acompañamiento y esa “comunión”,  con y entre sus estudiantes.

Pero también toda la comunidad educativa actúa como agente pastoral. Todos los aspectos de la estructura pedagógica, organizativa, administrativa y relacional de una escuela creyente son pastorales (implícita o explícitamente; indirecta o directamente).

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Pastoral es todo aquello que expresa el cometido evangelizador de la escuela creyente en su fin de educar. Toda la escuela es pastoral.

Tenemos que, hacia afuera, proclamar el núcleo central de la fe - el kerigma: Jesús muerto y resucitado es el Señor - y anunciar hacia adentro un renovado proceso de iniciación cristiana que nos re-evangelice.